Friday, March 14, 2008

Cuatro paisajes desde una montaña


INVIERNO
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Un incesante cierzo huracanado
traspasa la tersura de la nieve.
Muestran sus esqueletos de madera
los árboles desnudos en silencio.
Lanzan los fuertes robles su mirada
hacia los encinares que vestidos
de hojas perennes pasan el invierno
así agoniza un corazón desnudo
cuando su hoja marchita arrastra el viento,
frío, triste, sensible, solitario,
caduco, sin un manto que mitigue
el hielo en la terrible soledad
instalada en la angustia de los hombres.
¡Ay! Árboles que sufren un invierno
crudo de lluvia y nieve desprendida
al marcharse los días soleados.
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PRIMAVERA
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La suave brisa, el tibio sol que llega
acariciando la redonda cima
de la hermosa montaña aún nevada.
Contemplo el nacimiento de los verdes
brotes que van surgiendo de las ramas
mientras vas despertando, primavera.
Se agolpa palpitando aquella sangre
que permaneció quieta con el frío,
renaciendo la savia adormecida.
Ya se ven florecidos los romeros,
los pequeños tomillos perfumados
que con su dulce pálpito enamoran
como una fiel caricia recibida.
Cada año al regresar van resurgiendo
todas las inquietudes y deseos,
los sueños que queremos ver crecer
en la naturaleza florecida.
¡Es hermoso pensar en ilusiones
que pueden florecer en primavera.
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VERANO
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El fuego del bochorno abrasador
tiñe con su color de limonares
las espigas doradas de los trigos.
Se terminó el verdor primaveral
y florece romántica la rosa
rompiendo los desnudos corazones.
Verano, aquí te aguanto en la montaña
cercano a la frescura de la fuente.
Escucho esquilas entre manzanilla
sintiendo los olores del espliego.
Recibo un suave amor como una fruta
silvestre, como el canto lisonjero
del ruiseñor que llena todo el valle
con el dulce sonido de sus trinos.
¡Oh verano! En tus noches estrelladas
laten los corazones que se juntan
mientras voy recogiendo la sonrisa
que brota de unos labios perfumados.
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OTOÑO
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Se desprenden las hojas en silencio
de los caducos árboles, sin rumbo
el viento del otoño las arrastra
con una amarga pena horticultora.
Se caen como un lento amor nacido
en una noche loca de verano,
entre gotas de lluvia como lágrimas
tristes de una esperada despedida.
¡Ay, otoño! Que llegas tan despacio
cambiando los colores del paisaje,
dejando tus imágenes doradas
en los chopos al lado de la fuente.
Sopla el cierzo anunciando un frío invierno;
se desnudan las ramas de los robles
y las encinas siembran sus bellotas.
Se desnuda el amor de un corazón
que en un suspiro el viento fue arrastrando.
Quizá vuelva a brotar en primavera
mi corazón herido y deshojado
como los fuertes robles siempre altivos.
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Adrian.

2 comments:

Benjamín León said...

Con la ayuda de dios o del diablo, sigo respirando y estos poemas tuyos son para respirar y sumergirse. Creo que tu mejor poesía se apega a esta poesía casi expresionista, con tintes láricos y con tu visión única de la naturaleza. La modernidad, postmodernidad, masturbanidad o como se llame, nos ha quitado la belleza de lo simple, y lo tecnológico, pese a sus virtudes, nos aleja de la esencia humana, por eso tu poesía es válida, por eso debe continuar este tipo de escritura, que a muchos nos da la paz del retorno. Te dejo mi abrazo amigo, y te cuento que ya hablé con el Carlitos y tengo tus espantapájaras en la mochila, así que me paso por el correo luego de estas fiestas del santo aburrimiento.
Un abrazo colega, nos vemos por ahí por allá.

Adrián Pérez said...

Muchas gracias mi querido amigo, me alegra mucho leer estas palabras que me dejas , ya tengo ganas de tener en mis manos esa revista , poco tengo que añadir a esta respuesta, ya hemos hablado sobre este tipo de poesia, sobre estos sentimientos que nacen en ese silencio que rompen las esquilas por valles y montañas.
Un abrazo grande.
Adrian.