Wednesday, July 25, 2007

Se apaga una estrella



Hoy se apaga una estrella ante mis ojos

en el círculo extraño donde habito,

cada puñal, desprende con su grito

las gotas de nostalgia, los enojos.



No se obtiene alegría en los rastrojos

regados con acíbar ya marchito,

con hieles del crepúsculo infinito

donde un querer, oxida los cerrojos.



Por qué , mi amigo, tanto sufrimiento

se agolpa en estos dias que la ausencia,

nos oprime y desgasta sin descanso.



Esta noche una pena envuelve el viento,

y con sangre pregunto a mi conciencia:

¿Por qué mueren las musas del remanso?

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Adrian 20 de Julio 2007

Friday, July 20, 2007

No debí conocerte


No debí conocerte en el ocaso
donde se muere un árbol, donde el cielo
despoja una amargura sin consuelo
sobre mi ser vestido de fracaso.

Se hiela una ilusión durmiendo al raso
mientras se desvanece aquel anhelo
que sin perdón, se arrastra por el suelo
donde camino solo , paso a paso.

Se apagaron los ojos de las musas
en un verano triste, cuando el frío
todavía sucumbe en La Serena.

Llegué para sufrir y me rehusas,
siendo ahora un guijarro en el estío
que palpita entre el barro de la pena.
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Adrian. 20 de Julio 2007

Wednesday, July 18, 2007

Bitácora del verso


Bitácora del verso
Adrián Pérez, su voz en Chile

Por Benjamín León


Cerca de las nueve de la mañana del día cuatro de julio, recordado con patriotismo por muchos, veo la camiseta de “Los Suaves”, y con ella, la presencia de mi amigo, el más amable de los amigos durante años. El abrazo fue inolvidable, larguísimo en el compañerismo, y la conversación fue natural como otra más de las incontables que hemos tenido por el computador, pero esta vez cara a cara, en amistad.

Después de alejarnos del aeropuerto, llegamos a un centro comercial santiaguino donde por primera vez comimos juntos, además de una conversación holgada, para dirigirnos a saludar a algunos conocidos. Luego de hallar el hotel en el cual nos alojaríamos, la primera visita fue al centro de Santiago donde la Casa de la Moneda deslumbró con su trascendencia histórica y política al poeta de La Rioja, España. Sin embargo, mayor fue el asombro cuando unas pocas horas más tarde, siendo pasado las cinco de la tarde este mismo día, conoció La Chascona, la poética casa del poeta Pablo Neruda. La admirada visión del poeta venido de España en el recorrido, su goce con las magníficas colecciones de Neruda, así como el acercamiento al lugar donde el poeta escribía sus versos, fueron experiencias que se grabaron en la emoción del poeta forastero. Luego la noche, acaso el recorrido por lo urbano, por los bares santiaguinos distraídos en lo nocturno de su bohemia, dio paso a las tertulias poéticas tan esperadas.

Un frío cinco de julio nos acunó en sus horas, visitamos el museo de Bellas Artes, el más importante en Chile, así como la Biblioteca de Santiago, lugar que pronto cobijaría la voz silábica del poeta. Después de aquel breve recorrido, emprendimos el viaje de seis horas a La Serena, cuatrocientos setenta kilómetros al norte de la capital chilena. La llegada fue emotiva, toda una familia, mi familia, esperando al amigo recién llegado desde las pulpas de otra tierra. Un breve cóctel, un conocerse que iniciaba como si siempre hubiera existido. Una experiencia reconfortante para todos.

La Serena estaba algo nublada por la mañana, como siempre es en la ciudad costera donde habito, el día seis de julio; una visita a la universidad de ésta ciudad, permitió que Adrián Pérez por vez primera estuviera en un recinto de educación universitaria. En este lugar compartió con el profesor Walter Hoefler, Director del Departamento de Artes y Letras, un reconocido académico, intelectual y poeta, con quien se intercambiaron visiones estéticas y otras impresiones relacionadas con la poesía. El día recién empezaba cuando las luces naturales se escondían, entonces era el comienzo de la visita a la Universidad Católica del Norte, importante unidad educativa de la vecina ciudad de Coquimbo; allí, la profesora Graciela Ramos, Coordinadora del Departamento de Cultura, nos extendió la bienvenida al Café Literario, donde con una asistencia cercana a las cincuenta personas compuesta por estudiantes e intelectuales de la zona, así como artistas, compartieron la palabra y la voz del poeta. Artistas como Felipe Retamales que soñó con ir desde Coquimbo a París, la Tuna estudiantil de la UCN, y jóvenes cantantes, emocionaron al animado poeta convertido improvisadamente en bailarín. Pero el broche de oro, fue la presentación del libro editado por Ediciones Cuatro de Agosto, de Logroño: “Pastoreando Versos”. Después de una presentación breve de su persona y de la calidad de su obra, así como la lectura del prólogo que emocionadamente escribí hace un tiempo, di paso al poeta para que llegara con la musicalidad de sus sílabas al corazón de los oyentes, y así fue, un emocionado público dialogó con el poeta. Una vez concluido el excelente evento, la visita a un bar y a un lugar donde bailar, Adrián ya contaba con un grupo de amigos en Coquimbo para traspasar la noche en la bohemia, y en la conversación siempre literaria.

Un siete de julio aletargado, con el cansancio de las horas en el cuerpo. Después de almorzar en La Recova, emprendimos el recorrido al Valle de Elqui. La variedad de colores en los semidesérticos cerros, el fondo inevitable de la nieve, el río acompañando la ruta, las incontables parras, las curvas y el gigantesco embalse llenaban la mirada del poeta. La tierra de Gabriela Mistral escribía sus emociones en el corazón del forastero, de sus futuros versos, de su visita imperecedera en el espíritu. Una visita al Museo Gabriela Mistral, al lugar de su nacimiento, donde sus posesiones habitan en medio de una poesía de las cosas. Adrián, el pastor poeta, observaba con entusiasmo y cierta melancolía aquellas cosas, aquellas muestras, que bien pudieron hacerlo pensar en sus propias cosas al momento de zarpar del mundo. Luego de aquel emotivo recorrido por las pertenencias de la poeta, nos hospedamos en un hotel en Vicuña, donde nos encontramos con unos amigos, Cecilia y Jaime, y dos amigos de ellos, para hablar de literatura, de las riquezas del valle y para intercambiar la importante cultura vitivinícola.

Otro día, ocho de julio, con una suerte de cansancio acelerado en el alcohol y en la palabra, nos hizo despertar casi a medio día, listos para internarnos en las riquezas del Valle de Elqui. Recorrimos los pueblos y zonas rumbo a Montegrande, donde nos detuvimos en la tumba de la premio Nóbel chilena, todo fue meditación y solemnidad, acaso admiración por la trascendencia desde lo difícil de aquellas tierras. Luego de imbuirnos en la riqueza de tanto valle, volvimos a La Serena.

Nueve de julio, día lunes, inevitablemente. Un breve recorrido por la ciudad, por aquellas zonas cotidianas de mis recorridos en el pequeño norte: universidad, plazas, el Faro, museos, librerías. Todo era un esperar la actividad literaria pública del día, organizada por la Sociedad de Creación y Acciones Literarias de la Región de Coquimbo (SALC), y bajo el altruista albergue del poeta Arturo Volantines, se llevó a cabo una tertulia literaria, ahí, en la librería Macondo, donde más de treinta personas compartieron con el poeta español y entendieron la profundidad de su poesía, el equilibrio entre su oficio de pastor de ovejas y poeta, casi un Miguel Hernández de La Rioja, hombre de métrica y de estructura, silábico en su voz poética. Luego una larga noche de Rock, de música y de una tertulia poética espontánea con la presencia de poetas, intelectuales y amigos como Yoyi Koda, Eloy Nédito, Jaime Valdés, Cecilia Vega, Felipe Vega, Paulo San París. Todo fue en torno a la poesía hasta ser ya un día nuevo.

Ya el día siguiente, ya diez de julio, aún amaneciendo, con la humedad marina carcomiendo los huesos por la invernalidad de la época. Era el momento de emigrar a otros parajes, y nos embarcamos para llegar a Valparaíso. Entre los cerros y la arquitectura patrimonial de la ciudad, el poeta español conoció La Sebastiana, lugar de residencia costera de Neruda. Los pasillos y las innumerables escaleras, las colecciones y los muebles, así como la belleza de los paisajes observables del lugar, fueron emotivamente grabados por el poeta de La Rioja en este lugar.

Para el día once de julio nos esperaban viajes y sucesos relacionados con la poesía. Nos esperaba Isla Negra, las colecciones, el ambiente de mar que rodeaba a Neruda, la tumba del poeta junto a su amada Matilde, tantas cosas. Fue una visita espectacular, en un día importante, once de julio, un día antes del aniversario del natalicio del poeta chileno. Este día nos recordó a una visita que hice, mi única visita anterior a Isla Negra, donde por esas cosas de la vida, un mismo once de julio, pero del año dos mil cuatro, escribí un soneto en la tumba Neruda, titulado “Versos al capitán” y que, por esas mismas cosas de la vida, en un importante evento en España, el mismísimo poeta Adrián Pérez había recitado. Luego de toda la belleza de Isla Negra, de toda la emocionalidad que trasciende los parajes, nos embarcamos a Cartagena, donde llegamos a la tumba del poeta Vicente Huidobro, el creacionista chileno admirado por el visitante español. Fue un hallazgo encontrarnos en ese lugar significativo, donde el hombre de Altazor descansa, si es que descansa, en sepultura. Así fue como después de un tardío almuerzo en San Antonio, nos dirigimos a Santiago, a la Biblioteca de Santiago, a la presentación del libro “Pastoreando Versos”. En esta importante biblioteca, de la mano de Julia Sánchez, encargada de la presentación, se llevó a cabo el comentario inicial, así como la lectura de poemas y la posterior ronda de preguntas y conversación con el público asistente. Todo fluyó de una forma poética, para luego iniciar el retorno a La Serena.

Amanecidos ya en la ciudad serena, el día doce de julio, transcurrió en descanso por la mañana, y en el evento de premiación del concurso de poesía de colegios rurales “Gracias a la vida”, llevado a cabo en el Colegio Islón, de Altovalsol, La Serena. En el acto de premiación, se hicieron algunas representaciones de poemas de Violeta Parra, Neruda y Gabriela Mistral; el aprecio y la seriedad de los niños ante tan importante suceso literario, era conmovedor. En el lugar, el poeta visitante leyó sus versos y compartió con niños y profesores de las instituciones presentes. Luego una visita a “Macondo”, en el centro de la ciudad, la conversación literaria con el poeta y librero Volantines, y el compañerismo necesario para asimilar el alcance de la poesía en los niños. Fue después de aquello que nos preparamos para otro largo viaje nocturno, de doce horas, rumbo a Antofagasta.

Ya casi las once de la mañana, y el paisaje desértico da a luz la hermosa visión costera de Antofagasta, ya era el día trece de julio, y como buen día trece, no podía empezar mejor el día que con un problema eléctrico del bus que nos dejó en la entrada de la ciudad, pues no pudo continuar su viaje, sin duda hubiera sido peor si hubiera sido al medio del desierto. Jugos de guayaba para el calor, de mango para la sed, algo comestible para luego buscar un hotel donde alojarnos. Ya instalados en la ciudad nortina, la poeta Marietta Morales, hija del excelente poeta Miguel Morales, nos hizo un recorrido por la ciudad, por la belleza de su arquitectura, por los lugares más importantes e históricos de ella. Entramos al museo de la Casa de la Cultura, donde se guardaban con valor algunas cosas que pertenecieron al poeta Andrés Sabella. Luego seguimos nuestro tour, para concluir en una conversación literaria y relacionada con el oficio de pastor del poeta visitante en un bar cercano al mar. Ya adentrada la noche, y agotados por tantas horas de viaje, nos encomendamos al sueño y a dormir.


Ya catorce de julio, nos decidimos a hablar todo el día de poesía, sólo de poesía, de las visiones que tenemos respecto a cada aspecto de la creación poética, a las formas, a la estética, a todo lo conversable y ocurrido que pudiéramos, y a aquello desconocido de los versos también. Con la poeta Marietta Morales guiándonos por Antofagasta, y sentados en un centro comercial a las orillas del Océano Pacífico, disfrutamos de una interesante tertulia, que pronto, muy pronto, concluiría en una gran conversación con los poetas del Círculo de Artes Manuel Durán Díaz de la Casa de la Cultura de Antofagasta, entre quienes se encontraban jóvenes amantes de la literatura y poetas, tales como: Jaime Cortés, Pablo Villegas, Aida Santelices, Nelly Segura, entre otros; resultó emotivo y profundo el diálogo con aquellos hospitalarios poetas nortinos que nos despidieron a media noche.

El domingo quince de julio, fue casi sólo viaje, pues llegamos cerca de las dos de la tarde a La Serena, con el cansancio de un siglo de carretera y rebosantes por tanta conversación y compañerismo literario. Luego del almuerzo con mi familia, de compartir las hazañas del viaje y los lugares recorridos, así como al posterior al descanso, nos dirigimos al centro de la ciudad para la primera de las despedidas del poeta visitante, donde un grupo de amigos y estudiantes universitarios, compartieron sus impresiones poéticas y literarias, así como la amistad crecida en tan pocos días pasados.

Lunes dieciséis de julio, último día en La Serena, el recorrido por La Recova fue obligatorio, la compra de algunos artículos típicos de la zona fue necesario. Era momento para la despedida del poeta con el poeta nortino Arturo Volantines, así como luego de pasar por el breve zoológico del parque Pedro de Valdivia y conocer al fin al cóndor chileno, para dar paso al almuerzo familiar en lo que sería una suerte de “última cena” del vate español en Chile, donde quedaría la familia, mi familia, su familia adoptiva, en la tristeza de la partida del amigo y del poeta.

Ya diecisiete de julio, madrugada del último día en Chile del poeta español Adrián Pérez Castillo. Un bus nos llevó desde La Serena a Santiago, luego al aeropuerto, para la despedida. La fila parecía interminable en el sector asignado a la aerolínea que lo llevaría de retorno a su tierra; ya enviada la maleta, cargada de libros y de experiencias chilenas, fue el tiempo de despedir a mi amigo, en un aeropuerto lleno de desconocidos, en una ciudad que me es cada día más lejana, me quedé con los versos de su pastoreo, con la amistad que trasciende los vuelos que cualquier aeropuerto invita, para leer su poesía y recordar su estancia en este país del sur.



La Serena, Chile, 18 de julio de 2007